El fin del sistema monetario
El mundo se acerca a uno de esos raros momentos en que se produce un cambio radical. Las experiencias acumuladas por las personas vivas no sirven de mucho, porque las condiciones y los acontecimientos no se parecen en nada a lo que han vivido.
La mayor parte de la gente observa asombrada lo que está pasando, como los personajes de la viñeta de «La estrella misteriosa» de Tintín, esperando que las cosas puedan volver pronto a la normalidad, y se pase la crisis. Los gobernantes no paran de afirmar que la crisis está en vías de solucionarse porque no quieren que la reacción de la gente haga las cosas peores, y porque planean extorsionarles hasta el último céntimo que tengan protegiendo el sistema. Los que entienden un poco lo que está pasando, no saben si convertirse en profetas del apocalipsis o dejar que la gente viva feliz en su ignorancia.
El problema es que durante 30 años hemos usado deuda para financiar una expansión económica superior al crecimiento de la economía real, robando la riqueza del futuro hasta alcanzar un nivel de endeudamiento límite. El mundo se ahoga en deuda mientras se da cuenta de que no hay manera de devolverla y al invertirse el ciclo de crédito llega el momento del ajuste de cuentas.
Para complicar el problema hasta un extremo inimaginable está el problema de los derivados, repos (operaciones con acuerdo de recompra) y rehipotecaciones (reutilización de garantías colaterales en operaciones de mayor cuantía). El G10 tiene una deuda conjunta de 70 billones (trillions) de dólares, pero a la vez esa deuda es la garantía colateral de 700 billones (trillions) de dólares en derivados. Cuando esa deuda no se pague (y no se puede pagar), el fallo de una garantía en una operación irá tirando de otra y otra en un fallo catastrófico en cadena que provocará una destrucción de riqueza (ficticia pero indistinguible de la real) como el mundo no ha conocido nunca. No hay dinero en el mundo capaz de parar esa avalancha ni puede crearse por todos los bancos centrales del mundo sin provocar el mismo efecto, la destrucción del sistema monetario mundial.
El problema es evidente desde el 2008, pero en vez de abordarse mediante una política decidida de limitación de riesgos sistémicos a base de obligar a asumir pérdidas a quienes habían realizado las operaciones de riesgo a cambio de un alto beneficio, nuestros gobernantes, vendidos a las élites económicas, han optado por prolongar y disimular el status quo existente, obligando a los contribuyentes a hacerse cargo de la pérdidas, rescatando a quienes se llevaron jugosos beneficios cuando las cosas fueron bien, y que ahora con ese dinero extraído a quienes ven sus salarios disminuídos, sus impuestos aumentados y sus servicios y beneficios eliminados, compran como locos los activos a precio de saldo que les permitirán emerger al otro lado de la crisis monetaria con sus fortunas intactas o aumentadas.
A un nivel más local,
Europa va a continuar implosionando independientemente del resultado de las elecciones griegas. El dinero está saliendo a toda velocidad de los países con problemas. 600 millones de euros salen cada día de Grecia y esa cifra va a continuar aumentando. Si los bancos griegos no han quebrado en masa es por el ELA (Emergency Liquidity Assistance), que es dinero que el banco central griego presta a sus bancos y adeuda al BCE y cuyas garantías colaterales permanecen en el banco central griego. Esta es deuda griega no contabilizada (estimada en 125 mil millones de euros) y que tendrá que pagar Europa, permanezca Grecia en el euro o salga de él. En España también se está acelerando la salida de capitales, pero todavía no ha hecho falta recurrir al ELA, aunque la gráfica Española del Target2, el mecanismo de compensación bancario intereuropeo (Trans-European Automated Real-time Gross Settlement Express Transfer System 2) muestra la huída de capitales.
¿Va a mejorar la situación? Lamento deciros que no. Las calificaciones de las agencias tanto de los bancos europeos como de las deudas soberanas no paran de empeorar mes a mes, reflejando una situación de deterioro creciente. Creo que todos somos conscientes aunque no queramos admitirlo, que desde 2010 las cosas no han hecho más que empeorar de forma consistente y en realidad no hay ningún motivo para creer que esta tendencia pueda invertirse cuando ninguno de los problemas que la crean se está solucionando.
Con el préstamo de 100 mil millones a la banca, y sin entrar en lo que eso le va a hacer al déficit de este año, España se asegura entre otras cosas que sus necesidades de financiación de 2012 estén cubiertas por los bancos nacionales. A cambio a medio plazo España está efectivamente fuera de los mercados de deuda y el rescate (segunda parte) se hace inevitable. Italia en cambio tiene unas necesidades de financiación tremendas y su situación ante los mercados no es mucho mejor, por lo que cabe esperar en los próximos meses que el foco de la atención se desplace a Italia.
A largo plazo (2013-2015) el euro está muerto. La salida de Grecia no arreglaría nada y establecería el calendario para las siguientes salidas de periféricos (incluída España), dejando un euro fuerte muy distinto de lo que hay ahora. La segunda opción es la permanencia de los periféricos y la salida de Alemania y otros países fuertes que daría lugar a un euro débil y de dudosa viabilidad. La tercera alternativa es la devaluación masiva del euro vía impresión de euros para empapelar la deuda colectiva, en un proceso tan doloroso para los europeos y las economías que es difícil imaginar que el euro sobreviviera a ello.
Este riesgo está empezando a hacer su aparición. A pesar de que el bund está subiendo al servir de activo refugio, y su tipo de interés a pesar de ser negativo sigue cayendo por su alta demanda, los CDS sobre el bund están subiendo. Este comportamiento paradójico sugiere que el mercado empieza a estar preocupado con el riesgo que Alemania está asumiendo en el envite.
Pero los problemas europeos son solo un síntoma de los problemas globales. A donde quiera que se mire, UK, China, Japón, USA, lo que uno ve es un agravamiento de la crisis financiera, de deuda y monetaria, que en unos países procederá de forma más lenta y en otros de forma más rápida, dando como resultado una crisis monetaria global que pondrá fin al actual sistema monetario.
Como os he dicho, todo esto hace tiempo que es evidente. Es un proceso. Gordon T. Long tiene un gráfica desde el 2010 en la que muestra el proceso que va de la crisis financiera a la crisis de deuda y la crisis monetaria, y culminando con el fin del sistema monetario. Los tiempos varían, pero el proceso lleva varios años avanzando en esa dirección y tarde o temprano llegará a ese final.
El final de un sistema monetario no es algo tan raro como uno pueda pensar. Los dos anteriores han sido en 1944 y en 1971, aunque en circunstancias muy distintas. En 1944, cincuenta países accedieron a través de los acuerdos de Bretton Woods a que la moneda de reserva mundial fuera el dólar, y a cambio el dólar mantendría la interconvertibilidad con el oro, respaldado por las reservas de Fort Knox. Este sistema de dinero fiduciario (convertible bajo promesa) inició una tendencia insostenible en el que USA se financiaba a costa del resto del mundo, mediante un crecimiento de su deuda muy superior al crecimiento de sus reservas de oro. En 1965 el mundo contemplaba enfadado como los US se dedicaban a imprimir dólares sin descanso financiandose grátis, hasta que en 1965 Charles De Gaulle decidió cambiar 150 millones de sus dólares por oro, y pronto otros países, entre ellos España (60 millones en 1968) hicieron lo propio. Ante la imposibilidad de defender el intercambio con unas reservas menguantes de oro, Nixon por sorpresa cambió las reglas del juego en 1971 y suspendió la interconvertibilidad del dólar en oro, estableciéndose un sistema de flotabilidad libre de divisas, con lo que el dinero fiduciario dejó de existir y pasamos al actual sistema de dinero fiat (del latin, hágase), en el cual los bancos centrales crean tanto dinero como les da la gana que no se puede cambiar por nada. Los demás países no tuvieron más remedio que aceptar los hechos consumados, y comenzó el sistema monetario que aún tenemos hoy, iniciándose una tendencia insostenible de endeudamiento de los países que está llegando a su fin.
El cambio de sistema monetario de 1944 no fue muy traumático. Sucedió en medio de hechos mucho más graves como la segunda guerra mundial, y en un momento en que los ahorros mundiales eran muy altos, porque durante la guerra la gente tenía trabajo (incorporación de la mujer al mundo laboral) y no tenían en qué gastar el dinero. El cambio de 1971 fue más traumático, pues fue seguido de la crisis del petróleo y la alta inflación de mediados de los 70, a los que muy probablemente contribuyó. No es fácil determinar que nuevo sistema monetario nos aguarda en unos años. Ahora mismo se habla de una cesta de monedas y metales preciosos, pero no es posible saber quién estará en condiciones de tomar la decisión cuando llegue. Lo que parece claro es que va a suceder en medio o al final de una crisis de proporciones mayúsculas en la que mucha gente va a ver volatilizados sus ahorros y seriamente disminuida su calidad de vida.
Con repecto al
mercado mundial de valores, en algún momento de los próximos meses, conforme la bandada de cisnes negros que nos va a sobrevolar mientras se desarrolle este proceso vaya haciendo su aparición, va a iniciar una caída profunda alcanzando valoraciones más acordes con el estado real de la economía global.
Os dejo con una gráfica para que os abra algo los ojos. En rojo el S&P500 con su valoración a la izquierda, y en azul el valor total de las acciones intercambiadas en miles de millones de dólares al día a la derecha. Como podéis ver, desde el 2010 la bolsa sube a pesar de que cada vez se compran y venden menos acciones (de hecho los picos de intercambio corresponden a las caídas). No sé si alguien necesita más información de la manipulación de los mercados y de la necesidad de mantenerse al margen de ellos. Hay uno o varios compradores marginales que aprovechando el descenso de volumen impulsa los mercados al alza artificialmente y cuando se incrementa el volumen y no puede hacerlo, los mercados caen con fuerza. Ahora mismo, para ese volumen de mercado la valoración correcta del S&P500 está sobre los 800-1000. Mucho cuidado cuando esa divergencia decida cerrarse.