La ambición y el afán nuestro por llenar nuestros bolsillos en medio de los momentos de áuge de determinados productos o servicios, nos conduce a un estado en el cual se somete a las economías a un estado de vulnerabilidad. De manera sabia la cultura popular, en Colombia acuñó una frase llena de gran sabiduría, casi cualquiera puede recordar a una madre o una abuela mientras decían que todos los huevos, no se ponen en la misma canasta. Sin embargo en nuestro país la reciente inestabilidad provocada por la baja de los precios del petroleo, demostró la terrible dependencia que nuestra economía en conjunto tenía de dicho rubro.
De manera directa quienes dirigen las riendas de nuestro país concentraron sus esfuerzos, diseñaron presupuesto y crearon expectativas basadas en la aparente prosperidad y solidez del sector petrolero, a semejanza de quien cree en una inexistente galllina de los huevos de oro, y la cuida más que a cualquier otro animal de su granja.
Al parecer el mismo fenómeno se repite de nuevo, pero en esta ocasión en relación a un suceso importante de nuestro acontecer nacional reciente, el acuerdo de paz, que se ha convertido en el caballo de batalla para generar o detener inversiones, para generar o detener préstamos, para alimentar en favor o en contra el discurso político (que por estas fechas se hace, y seguirá haciento muy importante) y así hemos hecho esta vez no de un producto, sino de un hecho social e histórico un lugar en el cual atrincherar y justificar todas las cosas buenas o malas habidas y por haber.
Por naturaleza tenemos aversión al riesgo, sin embargo en ciertas ocasiones, que de manera colectiva tienden a no ser las acertadas, concentramos nuestros esfuerzos y nuestra energía en cosas que en el largo plazo pueden dejarnos en la ruina, de la misma forma en que muchos actualmente se atrincheran detrás de una pared de bitcoins creyendo que van a hacerse ricos de la noche a la mañana, nuestros políticos se esconden detrás del acuerdo de paz, y nuestro gobierno se escondió detrás del petroleo, a pesar de esos espejos nuestra actitud sigue siendo igual de impertinente, y concentramos nuestros activos, intelectuales, económicos o políticos en una sola canasta, que puede ser fácilmente golpeada por alguna eventualidad.
Ante situaciones como la descrita solo queda una cosa por plantear, y es la necesidad de bajar un poco nuestro afán de riqueza instantánea, y pensando con cabeza fría nos tornemos más hacia una posición sino más conservadora sí más sabia e inteligente respecto a la concentración de nuestros esfuerzos, todo puede cambiar de la noche a la mañana y nosotros podemos ser fácilmente abatidos por una situación contraria si no nos hemos sabido preparar.
La diversificación de nuestras inversiones a nivel personal puede rescatarnos de un mal momento, pero a nivel extendido puede salvar de una crisis a todo un país ¿con qué argumentos elegiremos cuando se acaben los enemigos públicos? ¿cuántas reformas triburarias es capaz de soportar un país para tapar huecos fiscales por falta de planeación, y por la concentración de los recursos de todo un país?
No puedo especular sobre eso, sin embargo ante el actual escenario de globalización, en el cual se es tan suceptible al contagio de hechos que antes eran muy aislados como lo estamos a un resfriado vale la pena reflexionar sobre qué pasaría si las condiciones actuales cambiaran, a qué lugar podríamos ir a refugiarnos.