Tomamos miles de decisiones todos los días.
En general, las tomamos casi sin pensar, haciendo uso de una serie de reglas generales que nos permiten dirigir nuestras vidas. Sin éstas, nos paralizaríamos a causa de la multitud de elecciones diarias. Sin embargo, estos atajos conducen a errores predecibles y las finanzas del comportamiento es el estudio de estos y de otros muchos errores de toma de decisiones financieras que pueden evitarse, si sabemos qué los causan.
Para hacer frente a la creciente complejidad económica de la vida moderna, necesitamos una mejor educación financiera, lo que implica un mejor conocimiento de la manera en que nuestro cerebro procesa la toma de decisiones financieras.
En el momento de la toma de decisiones de inversión, los inversores se encuentran con emociones como ansiedad, miedo, felicidad, sentimiento de satisfacción o insatisfacción con los rendimientos generados por sus inversiones. Los sentimientos mencionados están asociados con el componente de riesgo de las alternativas de inversión.
El comportamiento del inversor se ve afectado por ciertas emociones. El optimismo y el entusiasmo conducen al comportamiento arriesgado y a la confianza excesiva en la capacidad para estimar las elecciones de inversión; por el contrario, el pesimismo y el nerviosismo llevan a un exceso de investigación, dudas, etc.
Las neurofinanzas son una disciplina extremadamente nueva. Su objetivo es relacionar el funcionamiento del cerebro con el comportamiento de inversión y parece que los sentimientos juegan un papel esencial en la toma de decisiones monetarias.
La gente debe estar preparada para hacer frente a la creciente complejidad financiera de nuestras sociedades. Los inversores utilizan innumerables estrategias en su toma de decisiones, basadas en sus propias experiencias, y que lógicamente difieren de una persona a otra. Éstas, están regidas por el estado socioeconómico de la persona, sus objetivos de vida y también por las variables biológicas que influyen sobre el pensamiento, esto es, carácter y capacidad de aprendizaje.
Se considera que los factores conductuales son el mayor obstáculo para el rendimiento de la inversión entre los inversores individuales. Las personas deben saber cómo enfrentarse a una serie de desafíos conductuales inconscientes si esperan administrar su propio dinero y hacerlo bien.
En cuanto a los gestores de activos y operadores de cartera, la única manera de optimizar su rendimiento (y competir con los ordenadores) es con un conocimiento profundo del proceso de decisión humano. Además, las anomalías basadas en el comportamiento ofrecen a los expertos gestores/administradores, un camino factible para conseguir mayores rentabilidades.
Las implicaciones de comportamiento son primordiales para las instituciones financieras de todos los tamaños y características. Aquellos que no adopten la ciencia del comportamiento pueden arriesgar su posición competitiva y poner en peligro su sostenibilidad a largo plazo
Rosa Mateus | Country Head Spain, Directora del CISI en España Chartered Institute for Securities & Investment