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Los dolores de cabeza de servir de fiador o codeudor

Muy a menudo nuestros familiares, amigos e incluso compañeros de trabajo nos solicitan favores de diferente índole y, generalmente, somos muy dados a tratar de ayudarlos, incluso hasta facilitándoles dinero para sacarlos de algún aprieto financiero. Sin embargo, cuando el favor solicitado es el de servir de fiador o codeudor ¿cuál debería ser nuestra respuesta?

En mi concepto, esta clase de favores nos ponen en una situación muy incómoda, tanto para quien lo pide, como para quien debe tomar la decisión, pero es importante que, antes de dar alguna respuesta, tomemos nuestro tiempo para analizar con calma la situación, ya que, este tipo de favores, puede llevarnos a tener verdaderos dolores de cabeza, fracturar nuestras relaciones y poner en aprietos nuestra situación financiera.

 

Lo primero que debemos tener claro es que los términos fiador y codeudor, aunque parezcan iguales, tienen connotaciones diferentes, es verdad que son figuras que funcionan como una garantía para el acreedor, asegurándole que, si no paga el deudor, podrá cobrarle a su fiador o codeudor, pero, la diferencia, es la forma en que se procede para realizar el cobro. Cuándo eres fiador, el cobro te lo pueden hacer sólo si a la persona que adquirió la deuda le fue completamente imposible pagar por insolvencia, en cambio, si firmaste como codeudor – y tengamos en cuenta que esta es la figura más utilizada- la deuda es solidaria, y por tanto es tan tuya como de la persona que solicitó el crédito. Es decir ¡también eres deudor principal de la obligación!

Al servir de codeudor, tienes las mismas obligaciones del titular del crédito, así que en caso de que éste no cumpla oportunamente con los pagos, el acreedor podrá reportarte en las centrales de riesgo, cobrarte o embargar tu patrimonio para resarcir la deuda.

Teniendo claros estos conceptos, también tendrás claro el rollo en el que puedes verte envuelto, así que toma en cuenta estas consideraciones adicionales antes de dar el sí:

Lo primero que debes hacer es preguntarte si estás dispuesto a pagar toda la obligación en caso de que el deudor original no cumpla y seguir adelante con la relación como si nada hubiese pasado.

Si eres una persona casada, consulta a tu cónyuge el tema, no es sano tomar estas decisiones de forma individual. Recuerda que los secretos financieros pueden crear muchas fricciones en la vida familiar, más aún, si está en juego el patrimonio.

Lo ideal es que ni nos pidan, ni tengamos que pedir este tipo de favores, pero, en caso tal, antes de asumir el riesgo, revisa detenidamente las condiciones del crédito, asegúrate de que la persona a quien vas a hacer este favor sea de tu entera confianza, que tenga solvencia para cumplir con la obligación, indaga sobre su nivel de deudas y el manejo general de sus finanzas. Recuerda que una vez firmes no podrás renunciar al rol fácilmente.

Si una vez analizados a conciencia estos puntos, consideras que no tendrás paz, te aconsejo que tengas la firmeza de decir NO, porque como dicen las abuelas “es mejor ponerse colorado un minuto que pálido toda la vida”.

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