Creo que ya he explicado en muchas ocasiones que buena parte de lo que me motiva es ayudar a otros a tratar de entender cómo creo que será el mundo que se avecina y sobre todo cómo Bitcoin puede ser la solución a los desafíos que nos encontraremos en el camino.
El otro día publiqué este tweet:
La palabra experto es solo la consecuencia de que antes de internet, necesitabas el permiso o credencial de alguien para hablar públicamente de algo Por eso ahora te resulta ridículo cuando alguien define a alguien como experto (ya no digamos si se lo declara a sí mismo)
A lo que un amigo me contestó esto:
“ One thing that all conceptions of the Enlightenment agree on is that it was a rebellion, and specifically a rebellion against authority in regard to knowledge”.
David Deutsch. The begining of infinity.
Aparte de pedir el libro a amazon con efecto inmediato, lo que hice fue pensar que en realidad la revolución que estamos viviendo es exactamente la misma: una segunda ilustración
Si efectivamente podemos definir la ilustración como una rebelión contra lo que hasta entonces se consideraba el monopolio sobre el conocimiento desde los monarcas o el Clero, tras la imprenta y el hecho de que el conocimiento estuviese en muchas más manos, es lógico pensar que a la gente empezó a cabrearle soberanamente el que se regulase sus vidas basándose en un supuesto conocimiento privilegiado que empezaban a notar que no era tal cosa.
Durante las últimas décadas nos ha pasado algo similar.
Hemos asumido que existe algo como el *oligopolio del conocimiento*, es decir, que algunas personas, por contar con determinadas credenciales, por tener acceso a nosotros a través de determinados canales de audiencia masiva o por contar con licencia pública para hablar de algo (profesor universitario por ejemplo o cualquier título en realidad) estaban automáticamente capacitadas no solo para opinar, sino para influir exageradamente decisiones del político de turno de grandes consecuencias en nuestras vidas.
Las opiniones de estos expertos han sido utilizadas ad nauseam para justificar todo tipo de grandes decisiones.
Yo confieso haber utilizado (afortunadamente hace años) en mis discusiones con amigos el argumento:
Tengo razón porque lo han dicho en e.g. el New York Times
Pero qué ocurre cuando te encuentras que con frecuencia gente dispersa por todo el mundo y accesible a través de sus cuentas en twitter saben mucho más que aquellos en quiénes has delegado buena parte de las decisiones más importantes de tu vida, como la salud o las finanzas nada menos?
Esto me hace pensar que lo que viene es una rebelión y es exactamente igual a la que vivimos en el Siglo XVIII.
Esta es la tesis que manejan en The Sovereign Individual. Mientras todo parece funcionar no tienes motivos para cuestionarlo todo.
¿Pero qué ocurre cuando con la información que tienes, todo parece ser fruto de la más absoluta desidia e ignorancia? ¿A Santo de qué tengo yo que delegar en iletrados las cosas más importantes de mi vida?
El otro día comentaba también Michael Saylor, CEO de MicroStrategy, que los cambios de paradigma solo se dan con auténticas guerras porque solo en este tipo de situaciones nos empezamos a plantear las cosas *from first principles* y no partiendo de determinadas asunciones que frecuentemente son erróneas.
Y según el, estamos viviendo ahora una situación de guerra con el COVID y otra en el mercado de deuda y divisas próximamente.
Es este tipo de cosas las que me hacen pensar que la transición a la era de la información incluye rebelarnos contra lo establecido sencillamente porque se ha roto ese oligopolio sobre el conocimiento y no aguantamos más el seguir pagando las consecuencias de los errores de otros.
A veces me planteo la posibilidad de que seguir sumido en la ignorancia me quitaría este cabreo de encima, me permitiría seguir viviendo en la inopia.
Pero luego veo varias cosas:
- Que lo preocupante no es ni deflación ni inflación sino la inexorable nacionalización de la economía
- Que se profundiza en la división entre dos clases sociales, la de quiénes no pagan las consecuencias de sus errores y la de quiénes pagan sus errores y los de los anteriores.
El otro día mi amigo Miguel Vidal twitteaba este gráfico, y decía muy acertadamente, que todo el mundo parece prestar gran atención a la igualdad de género y prácticamente nadie a esta desigualdad:
- Pero sobre todo que si seguimos profundizando en este camino de nacionalización, llegará un momento en el que no habrá alternativas y yo a mis hijos les quiero dar alternativas para que escojan lo que quieran, no un mundo túnel al más puro estilo Orwelliano que fuese el resultado de entre otras cosas, quedarme callado.
Piensa siempre en términos de ciberseguridad:
La relación entre la seguridad y todo lo que hacemos es extraordinaria y pensar en estos términos me ha ayudado a comprender muchas cosas.
Desde que lo hago pienso que todo es un equilibrio inestable de fuerzas, en el que la seguridad 100% no existe.
Lo que existe es la disuasión y la defensa en profundidad, es decir, añadir más y más capas para aumentar el coste de un ataque y con ello disuadir (piensa en los desfiles militares, aéreos como algo en lo que tus intentos por disuadir se hacen evidentes).
Las armas nucleares aumentaron el coste de atacar a tu enemigo, sobre todo a los dirigentes, pues por primera vez en la historia, desde el año 1945, un ataque podía ser dirigido directamente a aniquilar al dirigente, no necesariamente al pueblo o en exclusiva a su ejército.
Desde luego las armas nucleares funcionaron porque no se ha vuelto a ver una guerra a gran escala y destructiva como las guerras mundiales. Eso sí, esos mismos dirigentes no han tenido problemas para mover el escenario bélico a países más lejos y más pequeños y con menos consecuencias para ellos.
Se suele hablar del MAD (mutual assured destruction) como el equilibrio desde 1945 pero a mí me gusta más hablar del MGAD (Mutual Government assured destruction)
La guerra externa a gran escala está por lo tanto bastante bajo control.
El terrorismo esta ocupando su lugar, con organizaciones descentralizadas y suele tener éxito exclusivamente cuando parte de tarados que actúan casi por su cuenta.
La guerra interna está sin embargo tomando una deriva preocupante y cuando digo guerra interna, me refiero al equilibrio inestable de poder entre Gobierno y ciudadanos.
Las tecnologías de información han reducido dramáticamente el coste que para el Estado tiene atacar a los individuos.
Esto tiene la parte buena de que asesinos, violadores y demás tarados son pillados gracias a sus teléfonos móviles, transacciones financieras o cámaras de TV.
Pero tiene la parte mala de que hacer cumplir cambios en el BOE es cada vez más barato para el político de turno (lo que en ciberseguridad llamaríamos el atacante)
Bitcoin es revolucionario porque lo que hace es precisamente aumentar espectacularmente el coste de un ataque desde las autoridades a tí o por ser más concretos a tu bolsillo.
Creo que con la convergencia del fin del oligopolio sobre la información y que con la disminución del coste del ataque al individuo, estaríamos vendidos sin Bitcoin. De ahí mi obsesión en explicar que se trata de la solución a una interminable cantidad de problemas.